La doctora fue mi maestra de pediatría durante medio año en 2012. Éramos 32 alumnos y siempre fue muy amable, con disposición para ayudarnos. Cualquier duda que teníamos la resolvía y nos daba técnicas para mejorar nuestro desempeño.

Sus consultas con niños eran muy dinámicas. Los entretenía, a veces les hacía cosquillas para hacerlos reír. Jamás vi que un niño llorara con ella. A pesar de que tenía varios trabajos y llegaba muy cansada, siempre estaba sonriendo.

La última vez que rotamos con ella fue a comer con nosotros y nos aconsejó: “De la vida, siempre hay que tomar lo bueno y seguir adelante, muchachos”. Más que como maestra, nos trató como si fuera nuestra amiga.

Yo también me contagié de Covid. Estuve hospitalizada e intubada durante tres días. Cuando salí, me enteré de su muerte y me dolió muchísimo. Era un gran ser humano que perdió su vida por atender a los demás, incluso a aquellos que no siguen las medidas. 

Nunca se quejó, siempre nos enseñó a improvisar y resolver, aunque tuviéramos poco material.

Testimonio:

Laura Murguía (exalumna)

Reportero:

Gustavo Ambrosio Bonilla