Lourdes llegó a hacer una alta especialidad en el Centro Médico Nacional 20 de Noviembre. Fue mi alumna y la conocí durante 10 años. 

Era originaria de Oaxaca, muy orgullosa de sus raíces. Siempre que venía a la ciudad, me traía chocolate de su tierra. Nos encontrábamos en congresos y solía referir pacientes a nuestro hospital. Era una persona excepcional en la atención a la gente. Muy entregada. Siempre nos llamaba para preguntarnos cómo habíamos tratado a sus pacientes. Ese vínculo no es común en el sector público. 

Alumna muy notable, ganó el primer lugar a la mejor tesis de especialidad. En su generación había cuatro mujeres, muy entregadas y aguerridas, como son siempre las mujeres en cardiología. Ella era la más competitiva de todas. Así de buena era. 

Hace dos años la volví a ver, ahora como paciente. Por desgracia, desarrolló un linfoma severo que hizo metástasis a hueso y cerebro. Su condición era muy delicada. Cuando me enteré, no pude contener el llanto. 

Intentamos realizar un último esfuerzo para darle tratamiento porque las quimioterapias no estaban funcionando. Se internó en marzo. Entonces, el hospital se hizo Covid-19. Trasladamos a los pacientes a ciertas áreas. Cuando nos dimos cuenta, ella ya había desarrollado una pulmonía severa con lesiones típicas del virus. Fue muy triste y lastimoso. Sé que estaba muy frágil, pero duele que haya sido un contagio.

Ya no pude verla, me mandaron a casa por ser también una persona vulnerable. Lourdes siempre tuvo mi admiración como alumna y como profesional.

Testimonio:

Doctora Liliana Amezcua Gómez (profesora)

Reportero:

Juan Manuel Coronel