Cuando me dijo que quería estudiar medicina, yo le pedí: “Quiero un doctor acertado, no uno de esos que sólo recetan el montón de medicinas y a ver cuál cayó bien”. Ahora que no está, sus pacientes me buscan. Vienen a comer su pescado y me dicen: “Por él, no me quitaron mi pie; por él, sigo vivo; por él, me atendieron en el hospital”. 

Sí pasamos calamidades. Yo vendía pescado en el mercado y me la veía difícil con mis cuatro hijos. Su papá era trailero y pues, un día, se siguió de Tapachula y ya no regresó. Había veces que mis hijos no comían porque no alcanzaba el dinero. Me partía el alma, pero eso les dio buen corazón. 

Cuando Fernando se hizo doctor, empezó a darse sus gustos y no paraba de comer sus tamales verdes. Un día me dijo: “Mami, ya no vendas pescado, por qué no pones un negocito”. Así nació El Huarache Costeño y aquí estaba todos los días después de atender pacientes. Así era. Nos empujaba mucho a progresar, nos echaba jule, como decimos acá. 

Le gustaba el karate, pero nunca tomó clases porque no teníamos los medios y más bien le gustaban las películas y jugar a que era karateca. Cuando tuvo a su niña, la metió a clases, quería que supiera defenderse. 

No era peleonero, más bien le gustaba el mar y la tranquilidad. Se dedicaba a estudiar y había veces que me levantaba a las dos de la mañana y lo veía bajo el foquito de luz de la cocina. Yo pensaba que sólo con ser doctor era todo el estudio que necesitaba, pero me decía que tenía que actualizarse. 

Soy fuerte, el día que yo me enferme es porque me voy al panteón directo. Nunca he sentido un dolor de cabeza, no tengo medicina en mi cuerpo. Me sentía muy segura con mi hijo, creí que él también era así de fuerte y se iba a levantar en un dos por tres del Covid. 

Entonces llegó esa maldita ambulancia y supe que ya no me lo iban a devolver porque se lo llevaron como si fuera suyo. A veces le pido perdón a Dios por los reclamos que le hago hasta que se me seca la garganta. A veces, también me pongo contenta con la gente que llega a comer y me cuenta cosas buenas de mi niño. 

Testimonio:

María Elena Mirabeth (madre)

Reportero:

Juan Manuel Coronel