Hace algún tiempo enfermó y le trasplantaron un riñón. Yo quise acomodar su recámara en un cuarto de la planta baja para que fuera más accesible. Me dijo que no, que si lo hacía significaba que la enfermedad le estaba ganando. No movimos nada. Con perseverancia, me demostró cuánto quería vivir. Siguió trabajando, siempre lo hizo así. Durante más de 30 años estuvo al servicio de la Secretaría de Salud. 

Le tocó la inundación de Tabasco en 2007, esa que arrasó con toda Villahermosa. Aún lidiando con su enfermedad, estuvo al pie del cañón. No había duda alguna de que era uno de los epidemiólogos más importantes del estado. 

De hecho, cuando comenzó la pandemia desempolvó varias fotos en las que aparecía con el doctor López-Gatell, antes de que éste fuera famoso y del gabinete. Se encontraban en conferencias y eventos. Mi tío no tuvo esposa ni hijos. Su familia era, en realidad, sus compañeros de trabajo. Estaba entregado de lleno a su trabajo.

Me llamo Carlos por él. Y yo siento que era su sobrino consentido. Me llevó a muchos viajes. Recuerdo uno que hicimos en un vocho, con la abuela, de Villahermosa a Cancún. Me consentía mucho; me compraba mis lentes de sol, mi salvavidas, mi gorra, lo que se me antojara. 

También llevaba a toda la familia a acampar a las cascadas de Agua Azul, fuimos como cinco años seguidos. Nos gustaba mucho.

Cuando crecí, adquirimos el gusto de ir al cine juntos. Tres veces a la semana nos íbamos, por el puro gusto. Podíamos ver desde una de película de Rob Schneider hasta una de Nolan. 

Yo decía que era mi pseudopadre, aunque en realidad fue como mi padre.

Testimonio:

Carlos Alfonso de la Cruz (sobrino)

Reportero:

Juan Manuel Coronel