La relación con mi jefe era bien chida. Lo que más nos unía era el futbol. Hoy jugamos la final del torneo. Él fundó en 1992 el equipo, Aurora de la 29. El año pasado fuimos campeones. En la foto puedes verlo con su trofeo, orgulloso. Como te decía, hoy jugamos la final. Lamentablemente, quedamos en segundo lugar. Le dedicamos el partido. Él era nuestro número 10, el capitán, el que movía el juego. 

Era papá soltero de cuatro hijos. Nos sacó adelante. Siempre muy trabajador. Todos los días, de nueve de la mañana a 10 de la noche. El único descanso que tomó fue cuando se enfermó de Covid-19. 

Era supervisor de prestaciones económicas y subsidios para todas las clínicas de Puebla. Pocos entienden lo que hacía, pero, para ser más claros, se encargaba de pagar las incapacidades. Así que no quiso dejar de trabajar y abandonar a la gente ante la incertidumbre de sus salarios. 

Así se fue nuestro eterno campeón. 

Testimonio:

León Enrique Castillo (hijo)

Reportero:

Juan Manuel Coronel