El doctor Adán fue una persona con valores, a la que no le gustaban las injusticias. Soy trabajadora administrativa y en una ocasión un médico, con prepotencia, me aventó en mi escritorio los expedientes de unos pacientes. No quería recibir las consultas que se le habían asignado. Me gritó y me hizo sentir mal. 

Cuando el doctor Adán se enteró, me mandó a llamar. Me dijo: “Te voy a decir algo, Chely, para que siempre lo tengas presente. Nadie tiene que humillarte, ni sabotearte, no puedes permitir que te hagan esas cosas. Siempre tienes que defenderte y tener la cabeza en alto. Si no les parece que les mande a realizar consultas, que vengan a verme”. 

Desde ese día, sus palabras se quedaron fijas en mi mente. No volví a permitir que nadie, sólo porque fuera médico, me volviera a tratar mal. Esa enseñanza fue bálsamo y hasta ahora la conservo como un tesoro. 

El doctor Adán puso orden en el hospital y logró hacer que los médicos se acercaran a la comunidad. Le guardo gran cariño y respeto. De él aprendí que todos valemos. Desde la gente de intendencia hasta los oficinistas; todos somos importantes en los hospitales. Me hizo sentir que mi trabajo era importante. Aún pienso en él, llegando todos los días a trabajar con una sonrisa.

Testimonio:

Araceli Pérez Romero (compañera de trabajo)

Reportero:

Juan Manuel Coronel