Siempre fue una mujer desconfiada. No tengo fotos de ella porque no le gustaban, pero encontré ésta, que es mía. Ahí estoy, cubriéndola en una de sus guardias. Lupita trabajaba en otro hospital y me encargaba sus guardias en el Hospital General de Zona 72. Con lo que me pagaba, yo lograba cubrir la cuota de la universidad de mi hija. 

Al principio, sólo hablamos por teléfono para arreglar el tema de las guardias. Después, entablamos una amistad muy fuerte. Me dolió mucho su partida. Era muy directa con las compañeras. Y eso no siempre caía bien. Les decía: “Ya pónganse a trabajar, que a eso se vienen”. Yo le decía que no les dijera eso. Lupita sólo se reía. Era muy transparente. A nadie le confió sus guardias más que a mí. 

Conocí a sus papás y a sus dos hijos. Le encantaban la comida y las reuniones familiares. También escuchábamos mucho la música de banda. Como su esposo era soldado y trabajaba lejos, tardaba un mes en volverlo a ver. Entonces, le entraba la nostalgia seguido y ponía la de Tristes recuerdos, con Antonio Aguilar y la banda El Recodo.

Siempre recordaré que era muy trabajadora. Es increíble que Lupita, una mujer con tantas ganas de salir adelante, ya no se encuentre con nosotros.

Testimonio:

Norma Nava Peralta (compañera de trabajo)

Reportero:

Juan Manuel Coronel