Lo conocí en la Facultad de Medicina de la Universidad de Guanajuato. Víctor iba dos años abajo de mi. Quién se iba a imaginar que se convertiría en el ginecólogo de toda mi familia. Era un hombre honesto, trabajador y ético. 

Llegó a ser director de la clínica más importante de León, el Hospital de Ginecología y Pediatría del IMSS. Ahí hizo sus prácticas y ejerció durante siete años hasta su muerte. Quizá porque venía desde abajo entendió la necesidad de construir una residencia médica. Durante su gestión creó un espacio amplio con camas, baños y regaderas para todos los residentes. 

Era un gran aficionado al futbol, su equipo era el León y tenía una platea en el estadio. Ahí lo encontraba, sin falta, cada partido. Le gustaba mucho correr, hacía maratones. En una ocasión realizó uno de 42 kilómetros, me sorprendió mucho. 

Mi sobrina siempre ha querido embarazarse. En su última revisión, el doctor Víctor le dijo: “Cuando menos lo esperes, te vas a embarazar; espera un poco antes de ir a tratamiento”. 

Esa fue la última vez que lo vio. El día que se enteró de la muerte del doctor, también le dieron la noticia de que esperaba un hijo. Dice que él le mandó el embarazo. Ahora está afligida porque no encuentra un médico responsable y de confianza con el cual atenderse. 

Víctor era su doctor desde adolescente y controló los embarazos de todas las mujeres de la familia. Extrañamos mucho su calidez y paciencia. No encontramos quién lo sustituya, imagínese. 

Testimonio:

Martha Patricia Salim Alle (compañera de estudios)

Reportero:

Juan Manuel Coronel